Pulgoso el perro.

 




Había una vez un perro llamado pulgoso, él era feliz paseando por el Prado, el jardín de su amo era su lugar favorito, lleno de flores: Jazmín, girasoles, violetas, rosas entre muchas otras plantas, dolores le hacían sentir en las nubes, era súper especial para él poder disfrutar de sus paseos matutinos a la par de su amo.


Él  era peludo, tanto que parecía un gran peluche, grande tanto que parecía un ternero, tierno y cariñoso, lamia los cachetes de su amo.


Un día su dueño enfermó y él ya no podía salir a dar sus vueltas acostumbradas, pero él siempre ladraba a su amo para que este supiera que él estaba allí para él,  más su amo falleció y heredó a un niño, hijo de su hermana, el perro estuvo triste echado a la par de la tumba de su amo según él más aquel nuevo dueño no sabía qué hacer, ya que, veía ese hermoso animal triste y decidió ponerse a jugar frente a  él con una bola, el perro al verlo dejando de lado su dolor se puso a jugar con el niño, su nuevo amigo resultó ser su nuevo amo, y ahora podía jugar pasear por el jardín y disfrutar de las flores y sus olores, de nuevo fue feliz, por lo que decidió ir a la tumba de su antiguo amo ha agradecer por el cuidado de aquel niño.


Moraleja: Muchas veces los cambios son buenos, debemos darnos un tiempo para conocer sin juzgar por adelantado o echarse a morir.


Valor: La amistad

Autora:

MBA. Patricia Pérez Arias. 

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